miércoles, 9 de julio de 2014

Fuego y Nocturna

Nos atacaron. Íbamos a morir todos, masacrados. Yo usaba Agua, como mis compañeros. Pero no funcionaba. De repente lo vi todo claro. Ascendí. Puse mi cuerpo en estado de semiinconsciencia mientras le daba órdenes de atacar, para que no mermara mi salud. Lanzaba Fuego y Nocturna sin cesar; combinados hacían estragos entre nuestros enemigos. Pero debía salvar a la población y a mis compañeros también. Viento los elevaba y arrastraba hasta una isla remota, a salvo. Mi consciencia desaparecía lentamente, en un sopor rojizo, pero mis ataques eran efectivos. El enemigo, ella, y sus hordas contraatacaban sin resultado alguno. Finalmente, la escena desapareció sustituida por una neblina. Desperté tiempo después. Mi propio inconsciente me había invocado en la misma isla donde había enviado a los supervivientes.

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